jueves, 28 de marzo de 2013

El café pendiente


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“Entramos en un pequeño bar, pedimos y nos sentamos en una mesa. Más tarde entran dos personas.: 

- Cinco cafés. Dos son para nosotros y tres “pendientes”.

Pagan los cinco cafés, beben sus dos cafés y se van. Pregunto:

- ¿Cuáles son esos “cafés pendientes”?
Me dicen:

- Espera y verás.

Luego vienen otras personas. Dos chicas piden dos cafés, pagan normalmente. Después de un tiempo, vienen tres abogados y piden siete cafés:

- Tres son para nosotros, y cuatro “pendientes”.

Pagan por siete, se toman los tres y se marchan. Después un joven pide dos cafés, bebe sólo uno, pero paga los dos.

Estamos sentados, hablamos y miramos a través de la puerta abierta la plaza iluminada por el sol delante de la cafetería. De repente, en la puerta aparece un hombre pobremente vestido y pregunta en voz baja:

- ¿Tienen algún “café pendiente”?

Este tipo de caridad, por primera vez apareció en Nápoles. La gente paga anticipadamente el café a alguien que no puede permitirse el lujo de una taza de café caliente. Allí dejaban en los establecimientos de esta manera no sólo el café, sino también comida. Esa costumbre ya ha salido de las fronteras de Italia y se ha extendido a muchas ciudades de todo el mundo.
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Esta historia está rondando por Facebook y su veracidad no está confirmada.

En cualquier caso… ¿qué os parece la idea?.

Yo creo que es una buena iniciativa, sencilla de llevar a la realidad, y que si bien es cierto que habría gente que se intentaría aprovechar, lo “bueno” superaría por mucho a lo “malo”.


Tomado de  www.finofilipino.org

viernes, 8 de marzo de 2013

El último en ponerse nervioso

"...cuando tengas una urgencia debes, como anestesista, ser el último que se pone nervioso". Esta frase me la dijo uno de mis maestros durante mi periodo de residencia, y procuro aplicarla todos los días.

Hoy ha llegado una paciente a urgencias con un aneurisma de aorta infrarrenal con rotura contenida y hemoperitoneo.
"-Hola señora, soy el anestesista. Voy a darle unos cuantos pinchazos para cogerle vías" -le digo mientras objetivo que su pulso es un murmullo que se confunde con su temblor, y su color se acerca más al blanco que al rosado.
-Tengo unos minutos hasta que llegue la UVI móvil- le digo a mis adentros- "-Vamos, un shaldon en yugular, una femoral, arteria radial si llego..., sangre... muy hipertensa...algo de solinitrina..."

Llega la UVI móvil, ha dado tiempo a hacer todo posible por ella en este Hospital. "-Ante todo tranquilidad en el viaje" le digo con una falsa sonrisa que no disimula mi preocupación.

Minutos después se marcha, y la satisfacción del trabajo bien hecho aparece, pero dura poco.
Sentado en la sala de información encuentro a un hombre de edad avanzada, pelo canoso, ojos claros, vidriosos, enrojecidos, encogido, empequeñecido por las circunstancias. No hace falta preguntarle quién es.
"¿No ha podido irse con su mujer?" pregunto.
"No puedo conducir; estoy esperando que vengan a recogerme del pueblo" contesta, mientras sus ojos se llenan de lágrimas de nuevo.
Y sin esperármelo al mirarme me da un abrazo, un abrazo que transmite todos sus miedos, nervios y emociones.
"Dígame que va a ir bien, por favor"

"...cuando tengas una urgencia debes, como anestesista, ser el último que se pone nervioso", recuerdo. Pero nadie dijo que no debas implicarte y emocionarte.

Lágrimas y abrazos de comprensión. Suerte