9:30h suena el despertador… “Oye, soy tu jefe. ¿Tú no tenías
que estar aquí hace un buen rato?”
Me he quedado dormido… mierda. “-Voy volando” le contesto
mientras caigo dando vueltas de la cama buscando algo de ropa.
9:45 llego al trabajo (mejor no preguntéis cómo). Corro al
quirófano que por suerte mi jefe ha tenido la amabilidad de empezar por mi.
Golpecito en el pescuezo y sonrisa: “Tranquilo hombre, estas cosas pasan”- me
dice mientras sonríe.
9:50 tras el sonrojo comienzo la jornada, me temo que
demasiado larga… Dos pacientes en el parte de neurocirugía, no parece mucho,
pero algo de trampa llevarán…
15:00 aun no hemos terminado el parte quirúrgico de la
mañana y, ¡Vaya! Tengo que quedarme. Las urgencias se están acumulando y nadie
me puede sustituir. Creo que me pediré un bocadillo, a ver si algún residente
majete se anima a traérmelo…
16:00 aparece mi comida. Bocadillo recalentado de la
cafetería, un plátano ya negro y una coca cola light caliente. ¿Qué más se puede
pedir? Al fin y al cabo, debo dar las gracias porque en la cafetería han
querido prepararme algo fuera de hora.
16,15h acabamos el quirófano. Bueeeeno, creo que me marcho a
casa ya… pues no. Un quirófano se ha quedado colgado y el compañero que está
ahí tiene verdaderamente prisa por salir a por los niños. “Ok, me quedo yo”
digo sin pensar en las consecuencias…
16:30h. Quirófano de cirugía maxilofacial. Resección
tumoral, vaciamiento cervical, injerto pediculado distal y no sé cuántas cosas más. Tiempo previsto 15
horas, hora prevista de salida: 23:00h. “Mañana tengo guardia, genial, en dos
días no salgo de aquí”. ¿Qué podría ir peor?
16:45h. Sonido de Whattsapp. “Eeeeeeeeeee, ¿dónde andas?” Me
pregunta un amigo. “En el trabajo”. “¿Vas a venir? -Me pregunta”. “-¿A qué?”.
“-¿Cómo que a qué?, al Futbol”. Mierda y remierda. Me la han metido doblada,
hoy había futbol…
23:30h Oigo claxones en la calle...
2:30h. Vuelta a casa. La cirugía se alargó (como era de
esperar), no vi el partido (como era de esperar) y mañana guardia. Creo que no
me voy a molestar ni en “abrir” la cama. Buenas, calurosas y cortas noches.