lunes, 13 de agosto de 2012

La entrevista

Llaman a la puerta de mi casa...
- Hola, buenos días.
- (¿Buenos días? Pues será para ti maja, a la hora de la siesta atacando). Buenos "días".
- Mire, vengo de la empresa tal y cual ¿Dispone de unos minutos para contestar unas preguntas sobre el servicio?
- (pffffff, 4 de la tarde... no me has dado ni tiempo de comer!). Sí, dígame.

Comienza la entrevista. Primera pregunta.
- ¿Le importa decirme su nombre completo?
- (Y digo yo, no deberías saberlo tú, ya que vienes a mi casa preguntándome por el servicio que me das?). Y digo yo, no deberías saberlo tú? (Esta vez he pensado en voz alta)
- Es un formalismo -contesta sin inmutarse y con una sonrisa de oreja a oreja-
Cuando le doy mis datos le cambia la cara.
-¡Anda! -contesta con cara de sorpresa- pero si tú fuiste el que me durmió cuando me atropellaron .

Me cuenta y me recuerda su historia, y las imágenes llegan con nitidez a mi mente. Su cara ha cambiado este año tanto como la felicidad de la maternidad la ha invadido y las ojeras son tan solo una nimia anécdota encubierta por unas mejillas sonrientes.
- Gracias por todo, me dice.
- Pa' eso estamos (nunca sé muy bien qué decir en estos casos)

Finaliza la entrevista pronto, me dice que no quiere molestar.

Aprendo dos cosas de todo esto: primero, creo que necesito unas vacaciones pronto; segundo, la vida sigue más allá de donde nosotros le ponemos el punto y aparte a un episodio.

Que te vaya bien.

No hay comentarios:

Publicar un comentario