domingo, 2 de octubre de 2011

Cuentos, niños y deseos


Había una vez un niño que vivía buena parte del tiempo en una casa especial, un sitio donde siempre había alguien despierto, donde cada día conocía a alguien diferente. Una casa donde a veces iban los profesores a darle clase, donde la comida no le gustaba, donde él siempre estaba y el resto iba y venía.
Esa casa no era la suya, pero pasaba temporadas tan largas allí que había acabado haciendo propia la habitación y la había llenado de juguetes, cuentos y películas de dibujos animados. Había acabado por aprenderse el nombre de todos los que por allí pasaban, y todos lo conocían a él.
En ese lugar había perdido algo de peso, y el color de su piel se había aclarado; su pelo iba y venía como por arte de magia. Toda su preocupación allí era ser un niño normal y vivir, sobre todo vivir. En esa casa pidió un deseo cuando sopló las velas de su cumpleaños...
Con esa sonrisa que mostró hace tiempo a su entrada se ha marchado a su verdadero hogar para, con suerte, no volver más. Hoy le han devuelto todas sus sonrisas diarias con lágrimas de alegría; han intercambiado todos los paseos con un gotero al lado por un regalo bajo el brazo. Hoy la despedida tierna de sus padres se ha convertido en un abrazo de ánimo que sabe a victoria.
Espero no verte más por aquí y, si vienes, que sea a saludar. Deseo cumplido.

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