miércoles, 28 de septiembre de 2011

Hasta siempre


No me gustan las historias tristes...

Hoy sobraban las palabras. Tres personas se acercaban a aquella cama fría, cercana, pero a la vez tan distante, donde se encontraba la esposa y madre de sus vidas.
La procesión se acercaba al compás que marcaban las lágrimas que caían al suelo. La lucha corta pero intensa llegaba a su fin, y ellos lo sabían.
Sus tiernos 13 años no le han tapado la visión de lo que es perder a su madre, ni los 15 de su hermano han podido consolar a ninguno de los dos. Ni siquiera su padre ha sido capaz; estoico, duro, pero a la vez terriblemente comprensivo y afectuoso. Esos comportamientos que son tan difíciles de ver en tiempos de dificultad y que sólo los íntegros y buenos mantienen hasta el final.
Mientras sonaban las alarmas, mientras se escuchaba a algún paciente decir algo...se hacía el silencio a su alrededor. En ese momento nada importa más en el mundo que el eco sin sonido de la sala.
Nos despedimos con un tierno abrazo y unos ojos enrojecidos tras alguna pared. Todo parece llegar a su fin. Todo parece empezar.

Ánimo, y suerte a los tres.

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