jueves, 21 de julio de 2011

Donde la Medicina acaba


Sigilosamente se va... los latidos se desvanecen de forma disimulada entre largas tiras planas de un electrocardiograma; el respirador da aire, pero sus pulmones lo devuelven inalterado; sus ojos están, pero su mirada hace unos instantes se marchó... la Medicina nunca vence, la Medicina a veces, sólo a veces, da una tregua antes de que todos rubriquemos la última página de nuestro libro.
Cuando llegan los momentos en que los enfermos anuncian su despedida y, honestamente, sabemos que se ha hecho todo lo posible, pocas cosas más podemos hacer que dar nuestra comprensión y apoyo a todos aquellos que pierden un trozo de sus vidas. A veces no es fácil, a veces el tiempo y las obligaciones nos apremian, a veces incluso no estamos en "nuestro mejor día", pero conceder unos minutos al silencio, al llanto, a resolver las últimas dudas de la gente y a responder preguntas es, cuanto menos, humano. Es un gesto que se agradece y reconforta, y ayuda a que todos, enfermos y familia, se marchen en paz del Hospital.
Espero no olvidarlo nunca.

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